Cada 26 de marzo se conmemora el Día Mundial de Prevención del Cáncer Cervicouterino (CaCu), una fecha clave para concientizar sobre esta enfermedad que afecta a más de 600 mil mujeres cada año en el mundo y que en Chile aún provoca alrededor de dos muertes diarias.
El cáncer Cervicouterino es el cuarto tipo de cáncer más frecuente en mujeres a nivel mundial y en nuestro país, se encuentra entre las principales causas de muerte en mujeres en edad reproductiva. A pesar de ello, se trata de un cáncer que puede prevenirse y controlarse eficazmente gracias a estrategias de salud pública disponibles actualmente.
Prevención primaria: la vacuna del VPH
Este tipo de cáncer es uno de los pocos totalmente prevenibles, ya que su causa principal es conocida: el Virus del Papiloma Humano (VPH), que se transmite principalmente por vía sexual.
Desde hace más de una década, Chile ha incorporado la vacuna contra el VPH en su calendario de inmunizaciones escolares, siendo pionero en Latinoamérica. Las niñas reciben una primera dosis en cuarto básico y una segunda en quinto básico, y recientemente también se ha ampliado la cobertura para los niños. Esta vacuna, que ya acumula más de 20 años de evidencia internacional, ha demostrado altísima eficacia en la prevención de lesiones precancerosas, especialmente en mujeres vacunadas antes de los 17 años, según estudios realizados en Suecia. Además existen vacunas disponibles en el mercado privado para mujeres que no accedieron al programa público. Incluso aquellas que se encuentran bajo tratamiento por alteraciones en su Papanicolaou (PAP) pueden ser vacunadas, siempre bajo indicación médica.
Prevención secundaria: pesquisa precoz y test de VPH
Chile cuenta también con estrategias de prevención secundaria para detectar precozmente esta enfermedad. El examen de citología cervical (PAP), gratuito para todas las mujeres, está recomendado principalmente para el grupo entre 25 y 64 años, aunque puede extenderse a otros rangos de edad dependiendo del riesgo individual, siempre bajo evaluación de un(a) matrona (on) o ginecólogo(a).
A esta estrategia se suma la disponibilidad del test de VPH, una técnica más moderna que puede complementar o incluso reemplazar al PAP en algunos casos. Este test, que se toma de forma similar al PAP, permite detectar de manera más certera la presencia del virus. Aunque su uso generalizado aún no ha sido plenamente incorporado a la atención primaria en Chile, forma parte de las recomendaciones internacionales más recientes.
Prevención terciaria: acceso garantizado a diagnóstico y tratamiento
Desde 2006, el cáncer cervicouterino forma parte de las Garantías Explícitas en Salud (GES), lo que asegura cobertura para el diagnóstico, tratamiento, recuperación y seguimiento de las mujeres afectadas. Esto significa que toda mujer con un PAP alterado tiene derecho a exámenes confirmatorios y quienes tengan diagnóstico confirmado de CaCu acceden a tratamiento, recuperación y seguimiento, con garantías de plazo, cobertura financiera y atención de calidad.
¿Es posible erradicarlo?
Sí, pero con compromiso y voluntad política.
- La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha planteado una estrategia clara para erradicar el cáncer cervicouterino:Vacunar al 90% de las niñas antes de los 15 años.
- Asegurar que al menos el 70% de las mujeres entre 35 y 45 años accedan a una prueba de detección (primordialmente test de VPH).Garantizar que el 90% de las mujeres diagnosticadas con CaCu reciban tratamiento.
- Cumpliendo estas metas, la enfermedad podría reducirse a menos de 4 casos por cada 100.000 mujeres. En Chile, la tasa era de 15 por 100.000 en 2020, lo que evidencia que aún estamos lejos del objetivo, pero contamos con las estrategias necesarias.
Desafíos actuales
A pesar de contar con herramientas efectivas, la baja cobertura del PAP, la incorporación tardía del test de VPH en atención primaria y los incumplimientos de las garantías GES, especialmente agudizados tras la pandemia, limitan nuestros avances. Estas barreras vulneran el derecho a la salud de las mujeres y nos alejan de la erradicación de esta enfermedad prevenible.
Existe suficiente evidencia científica para mejorar la cobertura y detección precoz, así como para reposicionar este problema de salud en las prioridades del Ministerio de Salud. La implementación de políticas de financiamiento adecuadas y el cumplimiento irrestricto de las garantías podrían cambiar radicalmente el panorama.
Pero para ello, como en muchos ámbitos del quehacer nacional, se requiere algo fundamental: voluntad política. Una voluntad clara y decidida que diga, con hechos, que el cáncer cervicouterino debemos y podemos erradicarlo.
Columna de opinión por: Claudio López Labarca, académico departamento de Obstetricia y Puericultura, Matrón, Magíster en Salud Pública Mención Gestión en Salud, Licenciado en Obstetricia y Puericultura.