Por Héctor Fuentes Castillo, Dr. en Economía Aplicada y Director Departamento de Industria y Negocios.
Durante el último trimestre, la región de Atacama registró una caída del 2,6% en su Producto Interno Bruto (PIB), atribuida a la baja en las leyes de cobre y hierro, a una menor demanda de China debido a su desaceleración económica, y a conflictos laborales en las mineras locales por mejoras en sus condiciones contractuales. Esta contracción expone la vulnerabilidad de una economía excesivamente dependiente de la minería. Aunque este sector sigue siendo clave, su volatilidad demanda diversificar la matriz productiva para mitigar los riesgos asociados.
Un elemento esencial de esta diversificación es fortalecer el sector manufacturero local. Las empresas manufactureras pueden agregar valor a la producción minera, agrícola y energética mediante la creación de bienes intermedios y maquinaria especializada. Estas empresas no solo generarían empleo de calidad, sino que facilitarían la integración de la región en cadenas de valor más amplias.
Atacama también posee un alto potencial en la agroindustria y las energías renovables. Innovaciones en gestión hídrica permitirían a la agroindustria producir alimentos de alto valor agregado, mientras que la energía solar, dada la radiación excepcional de la región, podría consolidar a Atacama como líder en energías limpias.
Para lograr esta diversificación se requieren inversiones en infraestructura, tecnología y formación, además de políticas públicas que apoyen el crecimiento de estos sectores. Es crucial que las empresas manufactureras jueguen un rol central en esta transformación.
El reciente descenso del PIB es un claro indicio de que Atacama debe superar su dependencia minera y avanzar hacia una economía más diversificada y resiliente.