Columna de opinión, por: Viviana Rodríguez Venegas, Directora de Género Diversidades e Inclusión UDA; y  César Espíndola Arellano, Director de Desarrollo Institucional UDA.

Los primeros resultados del Censo 2024 entregados por el INE en Atacama deberían generar algo más que una lectura técnica: exigen una reflexión crítica y acciones concretas. La región crece —un 4,5% desde 2017— pero lo hace en un contexto de envejecimiento acelerado, desigualdades persistentes y una estructura demográfica que tensiona los sistemas sociales y económicos. ¿Está realmente preparada la sociedad para enfrentar este nuevo escenario?

Que en Alto del Carmen el promedio de edad supere los 65 años no es solo un dato llamativo: es una alarma. Envejecemos como región, y lo hacemos sin garantías suficientes de protección social para quienes sostuvieron por décadas el desarrollo local. Las mujeres mayores, en particular, enfrentan esta etapa de la vida con una doble carga: más años de vida, pero menos acceso a pensiones dignas, salud integral y redes de cuidado. ¿Dónde están las políticas públicas que respondan a esta realidad?

El Censo, como bien se ha dicho, no solo cuenta personas. Visibiliza desigualdades estructurales. Con un 50,4% de mujeres en la región —y un 51,5% a nivel nacional— el enfoque de género no puede seguir siendo un apéndice de los diagnósticos: debe estar en el centro de las decisiones. El trabajo doméstico no remunerado, la falta de acceso universal a salas cuna y la precariedad laboral de las mujeres migrantes deben dejar de ser temas “emergentes” para convertirse en prioridades políticas reales.

Pero además, el valor del Censo no se agota en la fotografía del presente. Su verdadero potencial radica en que permite construir una línea base robusta para proyectar escenarios futuros, articular estrategias y anticipar desafíos en un contexto de transformación social, climática y tecnológica.

El tratamiento y análisis multidimensional de los datos es hoy una condición habilitante para avanzar hacia una Estrategia Regional de Desarrollo con sentido de realidad y proyección. Incorporar variables como género, envejecimiento, movilidad territorial o dinámicas migratorias ya no es solo una buena práctica técnica: es una urgencia política y ética.

En este escenario, la Universidad de Atacama puede y debe asumir un rol articulador clave. No solo por su capacidad técnica y académica, sino porque es parte viva del territorio, y su misión institucional la vincula directamente al desarrollo regional. A través de su plataforma de análisis de datos masivos, UDATACAMA, la Universidad reúne y procesa información económica, social, ambiental e institucional para generar conocimiento útil y accesible, capaz de orientar decisiones tanto en el ámbito público como privado. Transformar datos en acción es, hoy, parte de su compromiso con el futuro de la región.

Porque la información ya está sobre la mesa. El verdadero desafío es dejar de ver estos números como un simple ejercicio estadístico y empezar a utilizarlos como lo que realmente son: una oportunidad concreta para repensar el desarrollo regional con enfoque de género, sostenibilidad y justicia territorial. El Censo 2024 nos entrega una hoja de ruta. Ahora, depende de nosotros no ignorarla.

 

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