En un esfuerzo colaborativo que combina ciencia, tecnología y compromiso territorial, el Centro de Investigaciones Costeras de la Universidad de Atacama (CIC-UDA) junto al Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS) instalaron recientemente sensores oceanográficos en la bahía de Caldera. Esta acción permitirá monitorear en tiempo real variables clave del ecosistema marino, como la temperatura, el oxígeno disuelto y el pH, fundamentales para la vida marina y la actividad acuícola local.

La iniciativa cobra especial relevancia frente a los eventos de desoxigenación costera, conocidos también como zonas hipóxicas (áreas con niveles bajos de oxígeno que asfixian a la vida marina), que han comenzado a detectarse en sectores del norte de Chile. Estos eventos, junto con episodios de acidificación del océano, afectan directamente la salud de organismos marinos como el ostión del norte, especie emblemática para la economía de Caldera y otras localidades costeras de Atacama.

“La instalación de estos sensores nos permitirá anticiparnos a escenarios adversos, detectar cambios críticos en la calidad del agua y entender cómo los cultivos responden ante estos nuevos desafíos ambientales”, señala la Dra. Valeska San Martín, investigadora del CIC-UDA. “No se trata solo de hacer ciencia, sino de entregar herramientas concretas a nuestras comunidades costeras”, agregó.

La instalación se realizó entre febrero y marzo, gracias a la articulación de la Dra. San Martín con investigadores del Instituto Milenio SECOS, entre ellos el Dr. Bernardo Broitman de la Universidad Adolfo Ibáñez y el Dr. Cristian Vargas de la Universidad de Concepción, quien además lidera una investigación binacional entre Chile y Perú que estudia la resiliencia del ostión frente al cambio climático.

«Trabajar de manera articulada, en este caso en colaboración con la Universidad de Atacama a través del Centro de Investigaciones Costeras (CIC), es clave por varias razones. En primer lugar, nos permite aprovechar capacidades complementarias en términos de infraestructura, conocimiento local y capital humano, fortaleciendo así el alcance y la calidad de nuestras investigaciones. Además, el CIC cuenta con una presencia estratégica en una zona costera altamente vulnerable al cambio climático, como es el norte de Chile, lo que permite generar datos relevantes y contextualizados para el manejo sustentable del ecosistema marino. Esta colaboración también potencia la formación de estudiantes e investigadores jóvenes de la región, promoviendo el desarrollo científico con pertinencia territorial. En definitiva, la articulación con la UDA y su centro costero no solo mejora la eficiencia y el impacto del trabajo científico, sino que también fomenta una ciencia más integrada, inclusiva y conectada con las necesidades locales», explicó Cristian Vargas, de la UdeC.

Esta red de sensores representa un hito en el fortalecimiento de la investigación marina en el norte de Chile, posicionando a Caldera como un laboratorio natural, donde la ciencia se conecta directamente con la realidad de pescadores, buzos, mariscadores y acuicultores. Así, Caldera no solo reafirma su papel como puerto histórico y turístico, sino también como un faro de innovación científica y compromiso con el desarrollo costero sostenible, donde el mar no solo se observa, sino que se escucha, se mide y se cuida.

A continuación, te compartimos algunas imágenes de los sensores oceanográficos:

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