Conversar nos cuida: apropósito de la prevención del suicidio y el día mundial de la salud mental

Conversar nos cuida”, este es slogan de este año, en las campañas del Ministerio de Salud, frente a la prevención de suicidio. Una invitación, que nos lleva a reflexionar frente a la indiferencia de las personas ante el malestar, el dolor de otros, ante la desconexión relacional, la rapidez de vida, las agendas atochadas y el individualismo, pero también sobre la búsqueda espacios de encuentro y de empatía con otros.

En el mundo universitario, donde cumplimos roles definidos, en donde el objetivo central es la formación de profesionales. En este mundo de lunes a viernes, de 9 horas diarias, compartimos estudiantes, docentes, administrativos, auxiliares, cada cual, con sus funciones, responsabilidades adosadas a sus cargos, por lo cual somos exigidos y evaluados de manera diversa. Cada cual, desde sus propios recursos contribuye a este gran engranaje universitario, creo desde lo mejor que podemos dar, intentando hacer calzar estas exigencias con nuestras propias motivaciones, habilidades, conocimientos, proyecciones personales, experiencias, siendo estas teñidas de nuestra emocionalidad, cogniciones, vivencias, historias de vida, de familia y relaciones sociales.

Cada uno y una de nosotros/as, trae a este contexto, lo propio, y puede ser que, en las vicisitudes de la vida, en el día a día, haya momentos o ciclos que no estemos tan bien emocionalmente, que oscilemos en el sentir, lo cual, dicho sea de paso, es plenamente válido. Y por ello, justo a veces parar, para descansar y retomar energías.

Sin embargo, puede ocurrir que, en estas oscilaciones emocionales, también tengamos personas a nuestro alrededor que no lo estén pasando bien, con ideaciones de muerte que ocupan parte importante de su pensar y más aún que estén teniendo intentos concretos para dejar de vivir. Sin embargo, estas oscilaciones, más que ser vista desde la negatividad, han de ser reconocidas como la oportunidad que tienen para seguir viviendo. O sea, mientras este la duda, también está la posibilidad de poder encontrar nuevas razones para vivir, para encontrar nuevas soluciones a lo que nos acongoja, para cambiar nuestras percepciones, atribuciones, creencias, sentires, valoraciones, o simplemente para dejar ir aquello que nos complica o duele. Es aquí, donde cobra gran valor, la palabra, la escucha, la empatía, es desde donde la disposición con otras personas, puede hacer la diferencia, facilitando procesos. En este conversar, no necesitamos ser profesionales de la Psicología, para realizarlo. Todos y todas, podemos ser agentes promotores de salud y prevencionistas de riesgo de suicidio. El poder escuchar, acompañar a las personas que necesiten ayuda, el poder dialogar, ¿preguntar cómo estás?, el poder estar atento a las pistas que las personas dejan sobre sus malestares, el poder informar a personas claves, el decir dónde ir, el poder sugerir la búsqueda de ayuda, son acciones diversas que puedan ser de utilidad. Solo se necesita querer, y el deseo sincero de escuchar.

Esa es la invitación, una invitación simple, concreta, pero potente, Conversar permite el cuidado, permite prevenir, nos permite cuidarnos mutuamente, permite ser espejo de otros, nos permite poner en palabras los sentimientos, externalizarlos, nos permite resistir y nos ayuda a seguir siendo personas y prevalecer nuestra humanidad.

 

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