Cuando no se respeta el pronombre social, cuando se nos nombra por nuestro “deadname” (nombre que se le asignó al nacer y, que por transitar ha sido cambiado) no respetando nuestro proceso transicional, el hecho de utilizar un baño que no sea acorde a tu género, los memes en modo de burla a la identidad de género o la referencia a la biología para “enseñarnos” que no somos “normales”, claramente nos genera un daño a pesar de que sean acciones o palabras dichas de manera (quizás) involuntaria, son pequeñas acciones y/o cosas que para ti pueden ser insignificantes pero para nosotros genera un malestar emocional.
Por ello, necesitamos de un espacio seguro, que puede ser otorgado por familiares, amistades, instituciones y/o profesionales; donde podamos cobijarnos luego de un mal día, quienes puedan levantarnos cuando caemos, sean nuestro motor de arranque, nuestra energía cuando ya no nos quede más…
“Las palabras crean realidades”, van construyendo un mundo interior y conformando nuestra personalidad, por ello se debe tener en cuenta de que el acompañamiento adecuado puede salvar nuestras vidas, tener quien nos libre de pensamientos rumiantes, quien nos refuerce de manera positiva y no nos deje caer, donde exista un escudo protector a las mil balas que la sociedad nos dispara. Con una persona que nos acompañe, las otras mil que nos quieren ver caer no tendrán éxito.
Por esto, hay que ser consciente en cómo nos referimos al resto, una palabra puede generar más impacto de lo que se cree. El cambio nace en uno mismo.
Francisco Vigorena Mendieta
5to año de la carera de Psicologia
Universidad de Atacama