Pasarelas copiapinas

César Araya Zarricueta, académico del departamento de Educación Física (EFI)

El año 2011 escribí una columna sobre el peligro de NO utilizar las pasarelas peatonales. Las pasarelas peatonales son estructuras que se proyectan para proteger tanto a los peatones como a los conductores. En la concepción de una pasarela es fundamental encontrar, la armonía entre la parte estructural y la arquitectónica, que permita hacerla atractiva, para que sea utilizada por los transeúntes. No obstante, la experiencia ha demostrado que por si solas; no constituyen una opción real pues existen peatones temerarios, que hacen caso omiso de los riesgos involucrados y optan por llegar a la acera opuesta, cruzando por el transito vehicular.

Los países desarrollados invierten millones de dólares en campañas de educación de transito para la familia y además utilizan parte de esos recursos, con el fin de establecer políticas que consideren estrategias para que los individuos se muevan. Sin embargo, en nuestro país esto dista demasiado y aún esta temática no adquiere relevancia, dentro de los planes y programas de la educación formal. Incluso desde el punto de vista de la administración aún no tenemos claro quien se hace cargo de la mantención de estas pasarelas (si es el Serviu, Vialidad o el Municipio), convirtiéndose en algunos casos, por esta falta de cuidado, en guarida de personas en situación de calle, personas que consumen alcohol y drogas o lo más complejo en un espacio para cometer un delito.   

Pues bien, han pasado 14 años de ese escrito y me atrevería a decir, que hoy es más deprimente el estado en que estas pasarelas se encuentran, específicamente la que está ubicada al frente de mi lugar de trabajo, la Universidad de Atacama, la cual se convierte en uno de los accesos más seguros desde lo vial, pero con una inseguridad tremenda desde lo personal, debido a una evidente falta de mantención, que se refleja en la higiene, con presencia de basura, roedores, excrementos, botellas y hasta condones, sumándole el permanente hedor a orina. Además, esta falta de mantención se observa en toda la estructura, la que no tiene en funcionamiento los ascensores, algo complejo para las personas en situación de discapacidad o movilidad reducida y una baja iluminación, la cual sin cámaras de seguridad habilitadas, generan una ingrata sensación de abandono y de temor al cruzarlas, cuando oscurece.

Frente a este tema, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, a la cual se adscriben países como Chile, consideran, de manera equilibrada, tres grandes dimensiones: la económica, social y ambiental. En nuestra universidad bajo esta lógica, hemos generado algunas instancias para limpiar el entorno, una de ellas es el “PLOGGING” iniciativa sostenible nacida en Suecia, que combina deportes como el Running con el cuidado del medioambiente y que consiste en recoger la basura que las personas se encuentran en el suelo, cuando salen a caminar o correr. Pero me pregunto: ¿Será suficiente? ¿Será nuestra responsabilidad?. Por último y vuelvo a preguntarme, si este equilibrio sostenible NO se cumple al frente de nuestra única Institución de Educación Superior Estatal, ¿Cómo estarán las otras pasarelas copiapinas?. La respuesta se la dejo a las autoridades. 

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